Retomo el blog con la intención de publicar un artículo cada 15 días. Es un reto. Y he pensado que puede ser el principio de un viaje al que te invito.
¿A dónde vamos?
A un lugar que no tiene espacio ni tiempo; donde siempre se puede ir más hacia adentro; donde siempre hay nuevos territorios que descubrir, nuevos horizontes que contemplar; un lugar que parece oscuro y misterioso, pero está lleno de una luz que no tiene fin, que brilla más cuanto más se mira.
Te invito a hacer un viaje a ti y a tu vida, que empiece por plantearte la posibilidad de elegir mirar todo con otros ojos, desde otro punto de vista.
Porque puede que te pase lo que a mucha gente: estás harta/o de tu vida, no encuentras aliciente a nada, no te satisfacen tus relaciones, ni siquiera tienes claro que te gustes.
A lo mejor has oído eso de que locura es hacer las mismas cosas esperando resultados diferentes.
Lo siento: he investigado y la frase no es de Albert Einstein. No se sabe de quién es, pero a mí sigue pareciéndome válida.
Así que te propongo una mirada diferente. Sólo como un juego entre tú y yo. Nadie más tiene por qué saberlo, ni tienes por qué jugar a esto fuera de este pequeño espacio, aunque puedes.
Es un juego mental: mirar de otra forma para ver si descubrimos otras cosas, otra vida, otra realidad.
Elegir mirar sin miedo, elegir romper las normas que, sin que nos demos cuenta, manejan y controlan nuestros pensamientos, juicios, creencias, puntos de vista.
Mirarlo todo, sin límites.
Es un juego, podemos dejarlo cuando queramos -tú puedes dejarlo cuando quieras, no lo olvides-, y podemos jugar cuando nos dé la gana. Nadie tiene por qué saberlo, pero a lo mejor descubrimos nuevos mundos, nuevas realidades, una nueva vida. O no, pero nos entretenemos.

Las reglas del juego
Van a ser pocas, porque se trata de descubrir la libertad de soltar nuestras restricciones mentales.
Aunque sea un juego entre tú y yo, realmente es un juego que no es necesario compartir. Puedes jugarlo solo, sin que nadie sepa que lo estás haciendo, y dejarlo cuando te apetezca.
Primera norma: cambiar el punto de vista, permitirte abrir tu mente a la posibilidad de mirar todo desde otro ángulo, incluso… ¡desde otros ángulos! ¡Qué vértigo, ¿eh?! Mirar todo de otra u otras formas. Todo.
Segunda norma: la referencia vas a ser tú (o yo, en mi caso). Vamos a jugar a que somos responsables de lo que pasa en nuestra vida.
Observa un detalle: digo responsables, no culpables.
Esta norma, que puede parecerte tonta o poco importante, es, sin embargo, fundamental para nuestro juego.
Si eres responsable de lo que pasa en tu vida, tú tienes el poder absoluto sobre ello.
Párate aquí un momento y mira las cosas desde este punto de vista, seguramente nuevo para ti:
- Todo lo que pasa en tu vida (TODO) es tu responsabilidad.
- Eso significa que tú, y solo tú, tienes la capacidad de cambiarlo (aunque no sepas cómo: ésa es otra historia).
Tercera norma: acostúmbrate a observar sin juzgar. Como has aceptado mirar de una nueva manera, no tienes puntos de referencia para saber si las cosas son buenas o malas.
Es un mundo nuevo y tú no conoces sus referencias, ni te hace falta, porque estás aquí para descubrirlo, no para enjuiciarlo.
Puedes decir que algo te gusta o no, pero como no tienes ni idea de si algo es bueno o malo, renuncias a los juicios y cualquier forma de perder tiempo con ese tipo de consideraciones.
Estás dispuesta/o a aceptar lo que pasa, sin más: es la Cuarta norma.
La culpa no existe ni nos interesa. Esta norma no es negociable y es fundamental para jugar bien.
Quinta norma: NO HAY CULPA.
Sexta norma: cualquier asunto de tu vida, cualquier aspecto, es susceptible de ser mirado bajo este nuevo prisma y lo haremos sin prejuicios ni miedo (insisto en que recuerdes que es un juego mental que no te compromete ni te obliga a nada).
Séptima norma: no hay que tomarse nada personalmente. NADA.
Octava norma: todos los argumentos, de entrada, son válidos y aceptables, sean los que sean. Esto puede servirnos para abrirnos a muchas posibilidades que, de otra forma nunca nos lanzaríamos a explorar.
Si, sobre la marcha, aparecen nuevas ideas, te las dejaré plasmadas como nuevas normas.
Todas están orientadas a que nos resulte lo más fácil posible aparcar nuestros prejuicios, incluso nuestras creencias más arraigadas, ésas que no nos cuestionamos jamás.
Es importante que juguemos con total honradez, es decir, aceptando las normas. No tienen que gustarte siempre, ni tienes que creer en ellas o sentir nada con respecto a ellas; simplemente, son las reglas del juego. Si no las seguimos, no habrá juego.

El objetivo
Un punto importante, sin duda.
¿Por qué o para qué todo esto?
La respuesta es fácil: para ver si, cambiando el enfoque, podemos ser felices, sentirnos completos y en paz con nosotros, los demás y nuestra vida; si aligerar el equipaje es un paso imprescindible.
Si ser feliz, vivir con alegría y plenitud no es importante para ti, todo esto te parecerá una tontería, incluso un juego peligroso: ¡renunciar a tus creencias, aunque sea como un juego, durante un rato! ¡Qué temeridad! ¡Qué desorden!
Nuestra hipótesis es que, muchas veces, vivimos tan aferrados a nuestras ideas de las cosas y de la vida, que nos labramos, sin darnos cuenta, la infelicidad más grande.
La hipótesis es que lo que no nos sirve para ser felices, no sirve, y que lo que sirve para una situación no es, necesariamente, útil en otras, incluso sin son parecidas.
La idea es que a lo mejor vivimos para ser felices, pero ignoramos cómo hacerlo, y que, desde luego, desde la infelicidad es imposible llegar a la felicidad. Por lo tanto, hay que explorar nuevos caminos, que pueden parecernos inciertos y hasta peligrosos.
No lo son. Dan miedo, sí; producen mareo y vértigo, sin duda; pero no son peligrosos y sí apasionantes: ¿te imaginas que la felicidad esté a tu alcance y dependa sólo de ti? ¿que para ser feliz sólo tengas que aceptar otras posibilidades? ¿qué baste con renunciar a lo que crees que es verdad y estés dispuesto a investigar otras posibles verdades?
Ése es el reto.
¿La recompensa? Vivir de verdad, vivir con conciencia y alegría. Vivir la única vida que podemos vivir: la que siempre ocurre aquí y ahora.
¿Te apuntas?