El ego y sus máscaras

Es probable que hayas oído el término «ego» cientos de veces, ya que la gente lo utiliza con frecuencia para referirse a sí misma o a los demás. Pero ¿eres realmente consciente de lo que es el ego?
Se traduce como «yo» y tiene origen latino. El término «ego» se utiliza comúnmente para describir a alguien engreído o que se sobrevalora en el lenguaje cotidiano, a pesar de que en psicología y filosofía se refiere a la conciencia misma del individuo. El estudio del ego y sus máscaras es pertinente a la luz de estas variaciones.
Para que comprendas lo que implican el ego y sus máscaras, hoy te comparto las diferentes definiciones y punto de vista de diferentes personajes de la historia:

El ego y la filosofía

Descartes, un filósofo francés, utilizó la frase «je», que es similar a «yo», para enfatizar que el alma o el yo están separados del cuerpo. John Locke, por su parte, sostenía que era en la conciencia, y no en el alma o el cuerpo, donde se establecía la identidad de un individuo.

Ego para Carl Jung

Según la psicología analítica de Carl Jung, el ego (o «yo») es complejo y existe dentro de la conciencia de una persona, respondiendo a apuntalamientos tanto psíquicos como corporales.

El ego de Freud

Según Freud, el ego es un momento psicológico a través del cual cada persona se reconoce como un yo al ser consciente de sí misma.
Según el conocido padre del psicoanálisis, en el individuo intervienen tres elementos: el ego (formado por los impulsos y los deseos), el superego (formado por la moral y las leyes que el individuo respeta) y el yo (que establece un equilibrio en la persona, permitiéndole satisfacer sus necesidades sin sobrepasar lo que la sociedad le designa).

La máscara

El ego es una actitud mental incorrecta que intenta retratar cómo te gustaría ser en lugar de como eres. Es fundamentalmente una forma deformada de hacer afirmaciones sobre uno mismo y de vivir la propia realidad. Es la máscara que llevamos y el papel que representamos.
Esta máscara social (el ego) busca la alabanza, desea autoridad sobre las cosas y las personas, y depende del poder porque tiene miedo. Sin embargo, no podemos existir sin el ego y, de hecho, puede atraparnos en varios papeles y prohibirnos experimentar la verdadera felicidad.
Así, la persona que presentas a los demás como tu máscara cumple la función de ocultar tu verdadero yo o identidad.
Ahora bien, la realidad es que el ser humano es un ser eminentemente social que requiere de la convivencia de sus semejantes, por lo que cuando se trata de grupo, siempre tiene como base inicial a los seres con los que convivió por primera vez, llámense padres, familiares, o cualquier otro tipo de personas con las que tuvo o ha tenido sus primeros acercamientos sociales. Este es un agente que crea la estructura de la personalidad del sujeto y en esta instancia tiene un impacto significativo en la personalidad del sujeto.
Resulta difícil imaginar que somos el producto incompleto de nuestros lazos sociales porque experimentamos cambios constantes. Pero es así, y por eso resulta más desafiante imaginarnos como seres fruto de creencias, filosofías, opiniones, etc. ajenas que propias.
Para entender mejor lo que hemos dicho, empecemos por reconocer que ningún ser humano desea su desaparición, sino que busca las habilidades y rasgos que le permitan ser aceptado en las agrupaciones sociales con las que se relaciona. Puede incluso adoptar representaciones estereotipadas que presenta a los demás, a las que llamaremos con razón máscaras, lo que le lleva a alejarse con frecuencia de su propia esencia y de su verdadero Ser.
No olvidemos que la máscara es la imagen que mostramos, y no lo que realmente somos. Ejemplos de máscaras son el bueno, el malo, el seductor, el egoísta, la persona siempre feliz, la persona siempre enfadada, el maldito, la víctima, etcétera. Y, a menudo, estas máscaras son dispositivos que hemos aprendido a emplear para «defendernos», con la justificación de que creemos que en algún momento nos han hecho parecer menos vulnerables.
Pero otras veces, hemos descubierto a través de la experiencia que incluso son muy queridas por los grupos sociales en los que crecemos, y que incluso nos han ayudado a sentirnos «aceptados» por ellos.
Lo paradójico es que, como las hemos utilizado desde pequeños, llegamos a creer que realmente somos esto o aquello, es decir, que nuestra personalidad no es más que la culminación de actitudes que hemos adquirido y comprendido.
En conclusión, es un estilo de ser y actuar que prohíbe la espontaneidad y ser uno mismo.
Los niños muy pequeños son un excelente ejemplo de ello porque aún no han sido «contaminados» ni subordinados a los modos de los demás. Son naturalmente espontáneos, auténticos y libres, lo que nos hace sentir algo cuando los vemos porque actúan de manera «espontánea» y sin inhibiciones.

¿Cuáles son las máscaras más utilizadas por el ego?

Cada persona tiene la capacidad de acumular una colección considerable de máscaras, que puede emplear a su antojo en las relaciones sociales, familiares, profesionales y románticas, entre otras esferas de su vida.
¿Hasta qué punto puede uno envolverse en el ego y sus máscaras? Es vital identificarlas una a una para determinar si a lo largo de nuestra vida hemos estado usando máscaras que ocultan quiénes somos realmente, ya que es posible que no seamos conscientes de que el ego nos está controlando.

Toma nota con cuáles de las siguientes máscaras te sientes identificadas:

La máscara de furia: Cuando sufrimos una intensa tensión interior, respondemos de forma explosiva, entramos en negación, dejamos de reír y de comunicarnos, y nos quedamos totalmente inmovilizados.
Máscara de la ira: Cuando actuamos con ira, gritamos o tratamos a quienes consideramos tontos. La máscara del juicio: Solo nos preocupa cómo nos ven los demás y dejamos de ser nosotros mismos para ganarnos la aprobación de todos.
Máscara de la desconsideración: El acto de aprovecharnos de la gente mientras fingimos estar ocupados porque creemos que solo nosotros importamos y abusamos de los demás se conoce como la «máscara de la desconsideración».
Máscara de distanciamiento: Nos mantenemos alejados de todo el mundo, evitamos ayudar a quienes podrían necesitarnos, nos disgusta estar entre los demás. La máscara del orgullo: Se utiliza cuando queremos ser el centro de atención y afirmar nuestra superioridad o nuestra independencia.
La máscara de la depresión: La depresión puede aparecer cuando tenemos baja autoestima, tenemos ideas desfavorables sobre nosotros mismos, nos volvemos retraídos y adoptamos conductas autodestructivas.
Máscara de la brusquedad: Somos desconsiderados y maleducados al hablar, y no nos importa herir los sentimientos de los demás.
Máscara de explotar a los demás sin mostrar gratitud: Ponemos nuestras necesidades por encima de las de los demás, nos quejamos de todo sin intentar solucionarlo y nos asociamos con quienes pueden ayudarnos.
La máscara de los celos y la venganza: Se usa cuando nos sentimos fatal por el éxito de las personas que nos rodean. También, cuando elegimos no perdonar, soportamos el mismo dolor repetidamente y buscamos retribución.
Máscara de control: Aparece cuando constantemente queremos estar al mando, creemos que solo nosotros podemos tener éxito, nos negamos a dejar que los demás prueben o aprendan, y queremos involucrarnos en cada decisión o actividad.
Máscara de comodidad: Cuando llevamos esta máscara, nos comprometemos en exceso, nos frustramos y aplazamos la finalización de las tareas.
Cuando no somos capaces de distinguir entre lo que hacemos siendo algo que queríamos hacer o si el ego controlándonos, el ego y sus máscaras pueden hacernos daño. Es importante reconocer al ego si queremos aprender cuánto control tiene sobre nosotros y ponerle freno. Todo lo que nos afecta -miedo, desesperación, envidia, etc.- puede ser provocado por él.

Ejercicio para liberarse del ego 

Del ego a tu esencia
  1. Identifica las máscaras que muestras a los demás.
  2. Describe todos los detalles de la persona que realmente sientes quieres.
  3. Has una lista de todos los pensamientos negativos que tienes sobre ti.

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Judith Maduro
Judith Maduro

Soy Judith Maduro, Life Coach, Mentora de Negocios, CEO y Fundadora de la Academia Empodera tu Ser. Mi enfoque principal es acompañar a las mujeres a profundizar en el autoconocimiento y la mentalidad para crear o reinventar un modelo de negocio alineado con su propósito.
Mi objetivo es mejorar la productividad y ayudarles a obtener mejores resultados en ventas. A través de mis mentorías y formaciones, acompaño a mis clientes a definir su idea de negocio, validarla y crear un modelo de negocio que se diferencie de la competencia.

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